miércoles, 12 de marzo de 2008

Odiados punzantes

Suspiro tu presencia, en la almohada de mi cama, el calor de tu cuerpo relajan mi mente envolviéndome en sueño profundo, donde la realidad vivida muere. Despertare la conciencia de mi ser-sueño.
En mi otra realidad, sumergida en lo profundo de mi mente donde los riesgos parecen siempre presentes y envueltos en imágenes crudas con caras conocidas de la vida del mundo despierto.
Hoy en el sueño volví al desierto de mi infancia, aquel que vi cuando los 8 años eran mi número limite. Ese desierto que vi florecer en una lluvia que en su suavidad, fue feroz y no le tomo mucho tiempo ser aluvión. Es así que ahora despierta en sueño camino sola por el árido, el sol quema la piel como una estufa incansable y veo como los rayos engañan en espejismos de enormes flores entre los morados cerros.
Amapolas silvestres gigantes asoman el naranjo fulgor de sus pétalos, de pronto algo en mis pies camina rápidamente hacia la flor mas grande, de susto bajo la mirada sorprendida ante una multitud de lagartijas de todos los tamaños que corren veloses hacia los pétalos, me inclino y tomo a la que atrape con mis pies descalzos.
Yo Ser-sueño: ¿Lagarto gris con líneas azules de mirada punzante adonde vas con tanta prisa?
Lagarto: déjame huir, o corre conmigo que las brisas que vienen mataran todo a su paso, dejando tu cuerpo inerte como refugio para mi familia que regresara una vez terminada la tempestad de sangre. Suéltame o la maldición del lagarto caerá sobre el pie que me atrapo.
Ante la amenaza solté al animal sin antes preguntar que cuanto demora en llegar la tempestad, el bicho corrió sin mirar atrás, ante tal situación no me quedaba otra que correr, para mi mala fortuna no tenia idea donde estaban mis zapatos y los pequeños cactos del desierto no perdonaron mi error, ¿será la maldición del lagarto?, no importaba ya, corría intentando no aplastar a los reptiles para así seguirlos sin problemas.
La flor, ahora cercana, revela su tamaño que supera el de los cerros, pienso que será mi refugio hasta pasar el calvario de sangre, de pronto alguien grita mi nombre de sueños.
Voz-ruido: vuela ahora que será tu salvación de los miles de cuchillos punzantes voladores del desierto. Entra a la flor y encontraras las alas que salvaran tu pellejo y el de cada animal habitante del árido.
Donde estas la voz que grita salvación, no pienso mas, correr es mi oportunidad de volar lejos de las cuchillas de odio.
A los pies de la flor las cosas no se ven tan fáciles, ¿como llegar al centro de algo que supera concreses mi tamaño?, errarte y con garras en vez de manos, subo el enorme tallo hacia el pistilo quien dará las alas del ruido.
Escucho el zumbido de los cuchillos afilándose en el aire, mi tiempo se acaba, mis pies heridos envueltos en sangre y espinas no dan mas y mis garras son lo único que me sostiene a medio camino del centro, me apresuro para lograr el centro y apunto de centro forcejeo con la gigante naranja para entrar, para mi maravilloso ser-sueño las alas se encontraban allí junto con miles de pequeñas alas para cada uno de los lagartos, son como las de las libélulas pero en los bordes sobresalen punzantes como serruchos metales de rojo color. Corro hacia ellas y me fusiono incrustándome los ganchos al espinazo y vuelo errante lo mas alto posible junto con miles de lagartos voladores que sacan las espinas de mis pies y lamen la sangre con sus pequeñas y ásperas lenguas reptiles.

Desde arriba el sol parece más brillante que nunca y las nubes refugian nuestros cuerpos de los odiados filudos del desierto que destrozan la gigante naranja en segundos. Donde estarás ser despierto, para ver mis nuevas alas que con sangre han logrado crecer.

jueves, 6 de marzo de 2008

Gaviotas Gigantes

Estaba en la cocina, quieta como una estatua frente a la puerta que conduce hacia el jardín trasero, escucho risas, muchas risas que me parecen familiares y decido ir hacia ellas, llego al jardín y veo a mi madre, mi abuela y mis tías. Se ríen como si fuera algo nuevo para ellas, como si nunca hubiesen experimentado la risa, parece que de pronto fueran a morir en una carcajada. Siento algo extraño en mi, no logro entender el motivo de tanta alegría y me apronto a ver a mi derecha, distingo a mi hermano en la piscina nadando sin poder llegar a la orilla, la longitud de la piscina parece crecer a cada momento temo meterme siento que no podré salir nunca, pero veo como cae en desesperación, parece que sus brazos llegaran al limite de sus fuerzas, caigo en pánico busco a mi Papá pero parece no hallarse en ningún rincón de la casa.
Decido no buscar mas y me tiro a la piscina a salvar a mi hermano, cruzo por debajo del agua hacia la superficie pero ya no veo a mi hermano ni escucho las risas, a cambio siento a las aves, gaviotas blancas, suaves y enormes, gigantescas como un caballo, su grito parece ensordecer mi mente, el sol ilumina con toda su fuerza y distingo tierra a la vista, nado hasta lograr tocar la arena y veo en la orilla a mi hermano tirado intento correr con dificultad ya que el mar limita notablemente mis extremidades, logro salir y voy hacia el le grito para ver si reacciona, lo tomo y volteo su cuerpo, parece respirar veo que su pecho se mueve aun con fuerza, lo llamo por su nombre pero no parece despertar.
Siento que algo se acerca por mi espalda, volteo mi cabeza en un crujido suave de mis vértebras y veo a una enorme gaviota con la mirada punzante fija en mi hermano inconsciente, la maldita sin pensarlo dos veces me lo arrebata de mis brazos, intento quitárselo pero ella me levanta junto con el, ya no resistía, no podía seguir aguantando el zamarreo feroz el ave y caí, con la imagen terrorífica de cómo la maldita desgarraba por partes a mi hermano quien despertó en grito y ya sin vida cae sin piernas a la arena donde la gaviota termina de destrozar y sintiendo como las otras feroces no demoraban en llegar por el olor a la sangre fresca derramada de su cuerpo.